¿Puede ser el merchandising algo aspiracional?

 

La vuelta definitiva a la activación de marca

Hace unos días veíamos como una conocida empresa de transporte y logística hacía su entrada en la New York Fashion Week con el merchandising de su marca. Sí, el merchandising.

Un juego de contradicciones que comienza en el momento en el que pagas una cantidad considerable por algo tradicionalmente gratuito. Y no es la primera vez que vemos ese hype alrededor del merchandising de una marca. Todos recordamos el furor por las camisetas de DHL, las zapatillas de LIDL o incluso las chaquetas de Deliveroo, prendas todas ellas que alcanzaron cifras desmesuradas en el mercado de segunda mano.

Pero, ¿es sólo cuestión de estética y de nostalgia o hay algo más? ¿Por qué el merchandising conecta tanto con el público joven? Quizás tenga algo que ver con esa tendencia del consumidor por comprometerse con marcas que realmente se alineen con sus valores, que compartan sus mismas preocupaciones. Marcas que le representen de alguna manera.

Y, puestos a expresar nuestra adscripción a una marca, el merchandising es una forma muy directa de hacerlo. Objetos que, desde la perspectiva de las marcas, suponen una oportunidad para estar presente la vida de su consumidor, interactuando con él y tangibilizando su propuesta de valor. Una forma de activar la marca que debe ser coherente y ayudarnos a construir la imagen de marca deseada.

Lo cierto es que, en cualquier caso, conseguir que nuestro merchandising sea un objeto de deseo es una jugada maestra.

UPS ha lanzado una colección cápsula para la New York Fashion Week. Bajo la campaña ‘Be unstoppable’ esta edición limitada de merchandising busca ayudar y dar visibilidad a las pequeñas firmas de moda afroamericana.

Lo que comenzó como una inocentada con motivo del April’s Fool, se ha consolidado y Lidl ha seguido lanzando su propia colección de moda, ampliándola con nuevas prendas de ropa.

En este caso fue la lujosa firma de moda Vetements quien colocó la camiseta de DHL sobre las pasarelas. Una provocación al mundo de la alta costura que convirtió la prenda en un objeto de deseo que se vendía por 235€.