¿Por qué tu marca no debería ser tan perfecta?
Lo real conecta de manera más profunda con el consumidor
Lo perfecto ya no vende. O al menos ya no tanto. Ahora ya no sólo hay modelos publicitarios guapos, jóvenes, altos y delgados, sino que por fin hay cabida para otros tipos de belleza menos normativa y mucho más representativa. Y esto está fenomenal.
Porque hay que ser aspiracional pero también creíble. Lograr que nuestro público se sienta representado y se vea reflejado en nuestra marca es el primer paso para conectar con él.
Atrás queda esa búsqueda incesante por la perfección que daba como resultado situaciones tan absurdas como chicas que se depilan piernas sin pelos o friegasuelos que limpian superficies impecables.
Hoy el consumidor demanda realismo, verdad. Aunque eso pase por ver piernas con estrías, rostros con arrugas y hamburguesas en descomposición. Un movimiento de hiperrealismo del que Dove fue precursora con su campaña ‘Real Beauty’ y que ahora ha explotado entre las marcas que aspiran a ser percibidas como auténticas.
Porque, seamos sinceros, hay pocas cosas más humanas y que generen más empatía que la imperfección.
Un atributo que si trabajamos bien desde la comunicación y desde el propio producto, lejos de hacer la marca vulnerable, la hará mucho más sólida, cercana y creíble.

Be.Real, el “Instagram espontáneo” que, una vez al día, te invita a compartir con tus amigos una foto en tiempo real. Sin tiempo para poses ni filtros.

Billie, la marca de depilación, se desmarcó de la comunicación de su categoría apostando por algo muy simple: normalizar el vello femenino.

Misfits Market presume de naturalidad y deja claro que una estética imperfecta no está reñida con la calidad, en un contexto de frutas y verduras perfectas.